De vez en cuando os hablo de las pruebas PISA, esas que en tan mal lugar colocan a los estudiantes españoles con respecto al resto. Es curioso constatar cómo la educación no deja de ser un negocio cuando debería de ser un derecho fundamental. Como dice el artículo, el informe PISA oculta detalles de importancia.
¿Os imagináis que el salón de vuestra casa se convirtiera en una sala de conciertos? Pues eso pasa en cada vez más ciudades del mundo. Qué envidia.